lunes, 19 de enero de 2009

LAGUNDU
















Dar sin recibir nada a cambio muchos lo pueden considerar una tontería, una pérdida de tiempo. Sin embargo, están muy equivocados. En la asociación Lagundu varias voluntarias dedican parte de su tiempo libre a niños que necesitan apoyo escolar y que por problemas económicos no pueden acceder a las academias habituales. Su labor con los años ha sido galardonada con una gran fama, donde muchos padres se apuntan a las listas de espera para que sus hijos puedan acceder a esta ayuda gratuita. Incluso los colegios de Pamplona recomiendan esta “academia” a los padres, ya que no solo tiene el punto positivo de que es gratuita sino que los niños acaban mejorando notablemente en la escuela.

Volviendo a la primera frase, estas voluntarias no dan sin recibir nada a cambio. Para ellas es un regalo el poder ayudar a estos niños y que ellos te lo agradezcan con cariño, porque además, saben que algunos que ahora no valoran lo que están haciendo por ellos, con el paso del tiempo, cuando sean mayores sí que se darán cuenta del gran apoyo que fueron las voluntarias.

Su labor, por tanto, consiste en ayudar a estos niños ha realizar la tarea que les mandan en clase, pero también les enseñan métodos de estudio y a no dejar de lado su educación. Además, les inculcan unos valores y les enseñan a comportarse de una manera adecuada. Saben que no son sus madres, pero en algunos casos los padres no pueden prestar la atención que desearían a sus hijos y Lagundu les ayuda en ese proceso de educación.

En definitiva, estas mujeres llevan a cabo una gran labor social que está siendo cada vez más valorada por los ciudadanos de Pamplona y animan a la gente a que se unan en esta acción, a que colaboren. Lagundu te espera.

Juani









Juani no me pareció andaluza la primera vez que la vi. Por su físico, sus facciones delicadas, sus ojos claros y su pelo dorado. Y porque parecía más bien tímida. Entonces habló y su acento delató irremediablemente su origen. A mí, que me encontraba aferrada a mis prejuicios, me pareció asombroso. Cuando le pregunté sobre los tópicos que se les atribuyen a los andaluces fue muy rotunda al contestarme: “Algunos son ciertos, pero otros no. Me sabe fatal que la gente piense que los andaluces somos vagos, por ejemplo, porque la mayoría es muy trabajadora y emprendedora. Estas creencias solo hacen mal a quienes, como yo, pretendemos llegar lejos en la vida”.
En su afán por convertirse en una gran arquitecta, Juani dejó hace tres años su pueblo natal a más de 800 kilómetros. Cree que seis o siete años de duro esfuerzo serán recompensados en el futuro convirtiéndose en una buena profesional. Lo más duro es estar lejos de su familia. “Añoro mucho las costumbres y a la gente de mi pueblo. Mi familia, mis amigos, mi novio…¡Y el sol!”
Juani Segado Cledera, natural de Arjonilla, Jaén, camina todas las mañanas hacia la facultad de Arquitectura de la Universidad de Navarra esquivando el viento de diciembre que corta la piel, tal y como hace unos años lo hacía su hermana Rosario. “Ella me da mucha fuerza para seguir en los momentos difíciles -dice Juani- No estaría aquí sin el apoyo de mis seres queridos”.
Los padres de Juani, Paco y María, son los principales referentes de la joven, en lo profesional y en lo personal respectivamente. Desde pequeña le inculcaron la importancia del esfuerzo y el trabajo para conseguir sus objetivos y esta convicción es lo que convierte a la Juani de aspecto frágil en una persona tan fuerte como la autenticidad de sus propias palabras.
“Me encantaría trabajar junto con mi hermana en el estudio de arquitectura de mi familia. Sé que con trabajo y dedicación lo conseguiré”.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Henry Cartier Bresson: el padre del fotorreportaje



















Henry Cartier Bresson (1908 - 2004) es uno de los fotógrafos más destacados del siglo XX, sobre todo por su peculiar manera de concebir el acto fotográfico: “Para mí, la cámara es un instrumento de intuición y espontaneidad”. Este francés es único por su capacidad para captar “el instante decisivo”, el clímax de la acción. Sus fotografías fueron denominadas images a la sauvete, o sea “imágenes a hurtadillas”.

Esa captura del momento preciso está presente ya en sus primeros trabajos, en los años treinta. A esta época pertenecen las fotografías de su viaje a Costa de Marfil, que realizó con una Leica; cámara que desde entonces queda ligada al nombre de Bresson. También realizó un reportaje sobre los hospitales de La República española y otras instantáneas memorables como The Allé du Prado o Brussels.

El año 1947 supone un hito en su carrera por la creación de la Agencia Magnum junto a Robert Capa, David Seymour y George Rodger. Durante la etapa de Magnun su trabajo se centra en la fotografía humanista. Viaja por todo el mundo retratando a las personas que habitan en él, de sus “instantes decisivos”.

Además de interesarse por lugares comunes y personas anónimas, Bresson trabajó para personajes como Picasso, Ernesto Che Guevara o Marie Curie, entre otros. También colaboró en el mundo del cine como asesor de Jean Renoir.

A partir de los años 70, se dedicó por entero al dibujo hasta su muerte en 2004, pero siempre se le recordará como el “padre del fotorreportaje”.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Otazu






















Bodegón naranjero
















Ana Zabalza: la sonrisa amable







Ana es una mujer amable. Incluso sin llegar a conocerla o a hablar con ella, se intuye. Luce una media sonrisa permanente y nunca rechaza una visita, por muy inesperada que sea. Siempre dispuesta, siempre atenta.

Se ha alegrado al verme. No lo esconde, ni lo calla. Me avergüenza reconocerlo pero nunca he acudido a ella sin ningún interés propio entre manos. Nunca he pasado por su despacho simplemente para saludarla o contarle cómo me va la vida. Pero ella no lo tiene en cuenta. Jamás insiste, ni mucho menos recrimina. Me recibe con su sonrisa tímida y con repetidas disculpas por su tardanza. Dice que varias personas le han parado por le camino y le han preguntado por el tema del atentado. Ana lo vivió de cerca: “Estaba en el oratorio del edificio de bibliotecas y oí el estruendo. Lo primero que pensé fue: ‘Dios mío, no han avisado’”.

Charlamos durante unos minutos sobre el terrorismo. “Yo soy una pardilla, Lucía, no veo la maldad ni aunque la tenga delante de mis narices; pero claro, pasan estas cosas y una se vuelve más cautelosa”.

Me sorprende que se dirija a mí de una forma tan coloquial y amistosa. Y lo agradezco. La profesora Ana Zabalza, licenciada en Filosofía y Letras (Historia) y Doctora en Historia por la Universidad de Navarra (1992) es una profesional brillante con una trayectoria sólida y fuerte.

Alta, delgada, escueta. Ana camina sin hacer ruido, como flotando. Esa manera sigilosa que tiene de ir de un lado para otro no es más que una pura contradicción. Porque lo que dice tiene la grandeza de no pasar desapercibido.

-Vivimos en un momento de depreciación del mundo natural. Antes el hombre utilizaba la naturaleza con conocimiento y respeto, pero a partir del siglo XX las riendas económicas del mundo cayeron en manos de personas que la desconocían. Esto nos ha llevado a la situación de autodestrucción actual.
-¿Cree entonces que la culpa la tienen los dirigentes políticos?
-No sólo ellos pero sí en última instancia. El problema es que estamos inmersos en una sociedad consumista que sólo piensa en acumular bienes materiales. Se debería inducir a la gente a seguir otro camino. Como el que primulga el Papa, Benedicto XVI, que apela a la “cultura del prescindir” y a la solidaridad.
-¿Cómo conseguirlo?
-El ser humano es el mismo que el de hace millones de años, con sus cosas buenas y sus malas. Se trata en definitiva, de saber alimentar las buenas pasiones, desde la educación, por supuesto, y a través de los medios de comunicación que hoy en día tienen un papel fundamental en la creación de tendencias. Pero también es imprescindible, como he dicho, un cambio económico, desde la honestidad de los políticos, y una buena política penal.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Patricia







El primer día de clase de Fotoperiodismo, todos los alumnos que asistimos tuvimos que pasar por el duro trago de presentarnos ante los demás, explicando, además de los datos personales, cual era nuestra carrera y por qué habíamos escogido esta asignatura. Entonces dijo: “Me llamo Patricia Huércanos, soy de Zizur, estudio tercero de Periodismo y he elegido esta asignatura porque me gustaría ser periodista deportiva”. Y añadió que jugaba al fútbol. Pero lo dijo con la boca bastante pequeña, y una media sonrisa que delataba vergüenza. Pensé que estaría cansada de observar reacciones de asombro y estupor ante tal declaración. Más tarde descubrí que casi todo lo que Patricia dice en clase, lo hace así, con aparente vergüenza.
Reconozco que me resultó curioso lo del fútbol, y también que la prejuzgué, dando por hecho que sería una chica poco femenina. Como de costumbre, me equivoqué. Patricia es una mujercita risueña que conserva la inocencia de una niña. De ahí que cuando habla ante el profesor, se sonroja.
-¿Futbolista o periodista?
- Me encantaría poder vivir del fútbol pero desgraciadamente, en este país sólo hay sitio para los hombres en el nivel profesional. No podría dedicarme sólo a jugar. Pienso que el periodismo es muy buena manera de permanecer en el mundo del fútbol y el deporte en general. Además, siempre me ha gustado.
-¿Algún referente?
- No, la verdad. Pienso que en el mundo del deporte, la mayoría de los periodistas son malísimos. En general me gustan Pérez-Reverte e Isabel Ayende.
-¿Descartas cualquier otra forma de periodismo que no esté ligada al mundo del deporte?
- Para nada. Además, tal y como están las cosas, no hay que decir que no a nada. El diseño me gusta y creo que tiene salidas, sería una buena opción en caso de que no pudiera cubrir deportes.
-¿Cómo te ves cuando salgas de la facultad?
- Si me quedan ganas, no me importaría seguir estudiando unos años más y sacarme Audiovisual También me gusta mucho la edición de vídeos. Como te he dicho, estaría dispuesta a trabajar en casi cualquier sitio, pero reconozco que me costaría muchísimo dejar mi pueblo y a mi gente.
Patricia vive en Zizur Mayor prácticamente desde que nació. Allí empezó a dar sus primeros toques de balón, en el Ardoi, un equipo de fútbol federado en el que ingresó a los 12 años. Allí también comenzó a practicar otras de sus aficiones, como la música. Toca el clarinete desde los ocho años y forma parte de la Banda Municipal de Zizur. Además de estudiar, trabaja en la biblioteca de la Universidad de Navarra, dos horas al día, de lo que saca un dinerillo. Así que Patricia tiene muy poco tiempo para dedicarles a los suyos. Pero al mal tiempo, buena cara. Nunca se la ve de mal humor. Ni siquiera cuando te habla de la lesión que le ha hecho dejar de jugar durante dos años:
-Durante seis meses el médico de la Federación Navarra de Fútbol me dijo que no tenía nada. Pero yo estaba molesta, busqué otra opinión y descubrieron que tenía el ligamento cruzado anterior roto. Después de la operación he pasado casi un año de recuperación y ahora empiezo a prepararme para volver al campo.
Hoy tiene entrenamiento. Es el segundo desde que decidió reincorporarse. Tiene miedo, pero le pueden las ganas. Sonríe abiertamente, coge su bolsa de deporte y se va.